Misión del Manual – El Heraldo Equipado

Misión del Manual – El Heraldo Equipado
Silueta de púlpito en la iglesia

Misión del Manual


La misión de este manual es equipar al predicador autodidacta y con recursos limitados para que pueda ejecutar una exégesis rigurosa, entregar una homilía fiel y hacerlo con eficiencia, humildad y autoridad espiritual.

El propósito no es formar oradores elocuentes, sino obreros aprobados (2 Timoteo 2:15), hombres que manejan la Palabra de verdad con precisión, temblor y fuego en el alma. El púlpito no es un escenario; es un altar de sacrificio donde el heraldo se ofrece junto con el mensaje. El predicador no es un conferencista, sino un siervo de Cristo y mayordomo de los misterios de Dios (1 Corintios 4:1–2). Por tanto, este manual no busca el brillo del talento humano, sino el resplandor de la verdad divina.

El heraldo eficaz no se mide por su elocuencia, ni por cuántos ha bautizado en un año o en cincuenta, sino por su fidelidad a la Palabra y su amor a las almas. Uno de los hombres más justos de su tiempo —Noé— predicó por ciento veinte años, y solo a ocho personas pudo rescatar (Génesis 6:8–9; 7:1; 2 Pedro 2:5). Sin embargo, fue hallado justo ante Dios, porque obedeció fielmente todo lo que el Señor le mandó (Génesis 6:22).

El heraldo de Cristo debe recordar que la eficacia del ministerio no se mide por resultados visibles, sino por su fidelidad al llamado (1 Corintios 3:6–9). Pablo plantó, Apolos regó, pero fue Dios quien dio el crecimiento. La misión no es cosechar gloria personal, sino sembrar la semilla del Reino (Mateo 13:3–9).

Este manual busca reavivar la vocación santa del mensajero del evangelio:

  • Que predique “la palabra; que insista a tiempo y fuera de tiempo; que reprenda, corrija y exhorte con mucha paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:2).
  • Que su mensaje no sea un eco del mundo, sino la voz viva de Dios (Jeremías 23:28–29).
  • Que hable no para agradar a los hombres, sino a Dios que examina los corazones (1 Tesalonicenses 2:4).

El propósito de este libro es convertir la exigencia de fidelidad bíblica en un sistema de preparación práctico y sin costo, protegiendo el púlpito contra la pereza, el error doctrinal y la falta de integridad.

Cada capítulo le ayudará a:

  • Planificar con sabiduría (Efesios 5:15–16),
  • Estudiar con profundidad (Hechos 17:11),
  • Predicar con pureza (Tito 2:7–8), y
  • Servir con un corazón íntegro (Salmo 78:72).

La meta final no es la grandeza del predicador, sino la gloria de Dios en la fidelidad del siervo: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue ordenado, decid: ‘Siervos inútiles somos, hemos hecho solo lo que debíamos hacer.’” (Lucas 17:10)

Principio del Heraldo Equipado

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