En Mateo 12, Jesús utiliza los ejemplos históricos de los ninivitas y la reina del Sur para emitir una severa advertencia ética: aquellos que recibieron menos luz pero respondieron con urgencia, se levantarán en el juicio para condenar a una generación que, teniendo al Rey mismo frente a ellos, se niega a arrepentirse y a buscar Su sabiduría.
Una semana real en el tiempo cambió la eternidad. Desde la mesa del jueves y Getsemaní, pasando por los juicios y la cruz del viernes, el silencio del sábado y la tumba sellada, hasta la mañana del domingo y la tumba vacía, los evangelios muestran el plan eterno de Dios cumplido en Cristo. La resurrección confirmó Su obra y exige respuesta: oír, creer, arrepentirse, confesar, ser bautizado para perdón y andar en novedad de vida bajo el Señor resucitado.
Sodoma no cayó primero por inmoralidad escandalosa, sino por pecados “respetables”: orgullo, abundancia egoísta e ociosidad indiferente (Ez 16:48–49). Este sermón desenmascara esas termitas del alma que hoy corroen a la iglesia. Llama a una auditoría honesta de tiempo, recursos y actitudes, y a un arrepentimiento práctico que reemplace la autosuficiencia con humildad, la indiferencia con generosidad y la comodidad con misión.
Una afirmación clara y poderosa de 1 Pedro 3:21: “El bautismo ahora nos salva.”
Pedro no habla de un símbolo vacío ni de un rito humano, sino del punto donde la fe obediente se une al poder de la resurrección.
Así como el arca separó a los salvos del mundo bajo juicio, el bautismo separa hoy al pecador perdido del creyente redimido.
Este mensaje llama a todos a apelar a Dios por una conciencia limpia y a entrar, por medio del bautismo, en el arca de Cristo.
Una llamada directa desde Marcos 16:16: la salvación no es “fe sola”, sino fe que obedece y se sella en el bautismo. Este mensaje traza la línea que Cristo mismo dibujó: creer y ser bautizado para ser salvo; rechazar creer, condenación. Claro, bíblico y listo para decidir hoy.
En Hechos 2:38, Pedro no ofrece una opinión humana, sino la respuesta divina a la pregunta más importante de la vida: “¿Qué haremos?”. Este sermón desglosa, palabra por palabra, el plan de salvación revelado por el Espíritu Santo: arrepentirse, ser bautizado en el nombre de Jesucristo, recibir el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Un mensaje claro, bíblico y urgente sobre la respuesta que lo cambia todo.
Todos llevamos una conciencia innata de la eternidad, implantada por Dios en el corazón. Este sermón invita a rechazar la ilusión de la satisfacción temporal y abrazar la perspectiva eterna que solo Cristo ofrece. Explora por qué el materialismo nunca llena el alma, revela el peligro de la autosuficiencia y llama a vivir como peregrinos, invirtiendo en lo que verdaderamente perdura ante Dios.
La iglesia en Hechos 12 nos da un modelo para hoy: ante la persecución, la oración ferviente libera el poder de Dios, aun cuando nuestra fe vacila. Este sermón muestra cómo la iglesia persevera en medio de la oposición, cómo Dios responde poderosamente y cómo las dudas humanas no impiden que el Señor actúe. Descubre la relevancia y el desafío de orar con perseverancia y confianza en medio de las pruebas.
El regreso de Jesús es certeza, no especulación. Este sermón explora las promesas del Nuevo Testamento sobre la Segunda Venida: cómo y por qué Cristo volverá, qué sucederá en el día del juicio y cómo debemos responder con vigilancia y esperanza. Analiza los errores comunes sobre el regreso, destaca la importancia de la santidad y llama a vivir preparados, aguardando con fe activa la culminación de nuestra esperanza en Cristo.
